
¿Que no te afecte?
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El “Duende” o “Elfo en el Estante” (Elf on the Shelf) es una tendencia de consumo masivo que, si bien tiene raíces en folclores nórdicos de seres que visitan los hogares, la versión que conocemos hoy es un producto comercial estadounidense popularizado a través de un libro en 2005. No es una tradición ancestral; es una estrategia de marketing vestida de magia.
Este personaje, al aparecer en diciembre, asume el rol de un agente de vigilancia cuya misión es “reportar” a Santa Claus sobre la conducta de los niños para determinar si merecen regalos. A pesar de que la intención declarada sea mantener “la magia” y la emoción navideña, es fundamental, desde una perspectiva de desarrollo y conciencia, señalar las consecuencias psicológicas no deseadas de este sistema de control. Esta tradición no es inofensiva para todos, y es crucial detenernos a mirar la experiencia del niño.
Mensajes Implícitos y Explícitos a Considerar: Los Verdaderos Contras
Desde la Fenomenología y la Gestalt Relacional, examinamos la experiencia vivida del niño, no la intención del adulto:
- El Objeto Ambiguo: Entre el Juguete y el Terror
El duende transita la línea entre un muñeco inanimado y una entidad con vida propia que se mueve en la oscuridad. Para algunos niños, esta ambigüedad, lejos de ser magia, es un intruso que genera ansiedad. Fenomenológicamente, la conciencia del niño experimenta un ambiente inseguro donde un objeto que debería ser fuente de confort (un juguete) se convierte en una fuente de terror nocturno y desconfianza. Esto puede minar su sensación de seguridad básica en el hogar. - La Paradoja Moral: Incongruencia en la Norma
El duende goza de un privilegio moral que se le niega al niño. Se le celebra por hacer “travesuras”, mientras que el niño que replica ese comportamiento es castigado o reprendido. Esto crea una profunda incongruencia existencial y relacional:
- El niño aprende que la norma no es universal, sino que depende de quién la ejecute.
- Se le exige un “Yo Bueno” de obediencia absoluta, mientras se le muestra un modelo de “Yo Travieso” que es premiado con la atención y la risa. Esto dificulta la integración de sus impulsos naturales y la comprensión de límites consistentes.
2. La Ética de la Vigilancia
El duende condiciona la “buena conducta” a la presencia de un observador.
- Miedo y Paranoia: El niño se siente constantemente observado, lo que puede, en casos sensibles, promover un estado de ansiedad o paranoia leve. Estamos normalizando la idea de que debe haber un ente externo que juzgue su valor.
- No Fomenta la Conciencia Ética: Lejos de enseñar al niño a actuar correctamente por conciencia, empatía, o respeto, le enseñamos a actuar bien solo para obtener una recompensa o evitar un castigo.
- El Mensaje Peligroso: “Pórtate bien mientras te vigilan. Cuando no te observan, puedes hacer lo que quieras.” Estamos socavando la formación de una ética interna autónoma.
Como padres, nuestro rol es facilitar que el niño desarrolle su propia conciencia reflexiva y su sentido de identidad basado en el vínculo seguro y la comunicación, no en la vigilancia. - ¡Estate muy atento! Observa la experiencia de tus hijos: ¿Hay genuina alegría y juego, o hay ansiedad, desconfianza o una obediencia forzada? El duende no debería ser un sustituto de la presencia activa, el diálogo sobre valores y la conexión real durante la Navidad.
